8
Pon tu mano sobre él; te acordarás de la batalla, y nunca más tornarás
9
He aquí que tu esperanza acerca de él será burlada; porque aun a su sola vista se desmayarán
10
Nadie hay tan osado que lo despierte; ¿quién pues podrá estar delante de mí
11
¿Quién me ha anticipado, para que yo restituya? Todo lo que hay debajo del cielo es mío
12
Yo no ocultaré sus mentiras, ni lo de su fuerza ni la belleza de su orden
13
¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura? ¿Quién se llegará a él con freno doble
14
¿Quién abrirá las puertas de su rostro? Los órdenes de sus dientes espantan
15
Sus escamas {Heb. escudos} son su orgullo, cerrados entre sí como con sello
16
El uno se junta tan cerca del otro, que viento no entra entre ellos
17
Pegado está el uno con el otro, están trabados entre sí, que no se pueden apartar
18
Con sus estornudos encienden lumbre, y sus ojos son como los párpados del alba
19
De su boca salen hachas de fuego, centellas de fuego proceden
20
De sus narices sale humo como de una olla o caldero que hierve
21
Su aliento enciende los carbones, y de su boca sale llama
22
En su cerviz mora la fortaleza, y delante de él es deshecho el trabajo
23
Las fallas de su carne están pegadas entre sí; está firme su carne en él, y no se mueve
24
Su corazón es firme como una piedra, y fuerte como una pieza de la muela de abajo
25
De su grandeza tienen temor los fuertes, y por quebrantamientos se remueven el pecado
26
Cuando alguno lo alcanzare, ni espada, ni lanza, ni dardo, ni coselete durará contra él
27
El hierro estima por paja, y el bronce por leño podrido
28
Saeta no le hace huir; las piedras de honda se le tornan aristas