3
Entonces Job respondió al SEÑOR y dijo:
4
He aquí, yo soy insignificante; ¿qué puedo yo responderte? Mi mano pongo sobre la boca.
5
Una vez he hablado, y no responderé; aun dos veces, y no añadiré más.
6
Entonces el SEÑOR respondió a Job desde la tormenta y dijo:
7
Ciñe ahora tus lomos como un hombre; yo te preguntaré, y tú me instruirás.
8
¿Anularás realmente mi juicio? ¿Me condenarás para justificarte tú?
9
¿Acaso tienes tú un brazo como el de Dios, y truenas con una voz como la suya?
10
Adórnate ahora de majestad y dignidad, y vístete de gloria y de esplendor.
11
Derrama los torrentes de tu ira, mira a todo soberbio y abátelo,
12
mira a todo soberbio y humíllalo, y pisotea a los impíos donde están.
13
Escóndelos juntos en el polvo; átalos en el lugar oculto.
14
Entonces yo también te confesaré que tu mano derecha te puede salvar.
15
He aquí ahora, Behemot , al cual hice como a ti, que come hierba como el buey.
16
He aquí ahora, su fuerza está en sus lomos, y su vigor en los músculos de su vientre.
17
Mueve su cola como un cedro; entretejidos están los tendones de sus muslos.
18
Sus huesos son tubos de bronce; sus miembros como barras de hierro.
19
Es la primera de las obras de Dios; que sólo su hacedor le acerque su espada.
20
Ciertamente alimento le traen los montes, y todas las bestias del campo retozan allí.
21
Bajo los lotos se echa, en lo oculto de las cañas y del pantano.
22
Lo cubren los lotos con su sombra; los sauces del arroyo lo rodean.
23
Si el río ruje, él no se alarma; tranquilo está, aunque el Jordán se lance contra su boca.