18
(porque desde mi juventud creció conmigo el huérfano como con padre, y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda);
19
si he visto que pereciera alguno sin vestido, y al menesteroso sin cobertura;
20
si no me bendijeron sus lomos, y del vellón de mis ovejas se calentaron;
21
si alcé contra el huérfano mi mano, aunque viese que me ayudarían en la puerta;
22
mi espalda se caiga de mi hombro, y mi brazo sea quebrado de mi canilla.
23
Porque temí el castigo de Dios, contra cuya alteza yo no tendría poder.
24
Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú;
25
si me alegré de que mi hacienda se multiplicase, y de que mi mano hallase mucho;
26
si he mirado al sol cuando resplandecía, y a la luna cuando iba hermosa,
27
y mi corazón se engañó en secreto, y mi boca besó mi mano,
28
esto también fuera maldad comprobada; porque habría negado al Dios soberano.
29
Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía, y me regocijé cuando le halló el mal;
30
que ni aun entregué al pecado mi paladar, pidiendo maldición para su alma;
31
cuando mis domésticos decían: ¡Quién nos diese de su carne! Nunca nos hartaríamos.
32
El extranjero no tenía fuera la noche; mis puertas abría al caminante.
33
Si encubrí, como los hombres mis prevaricaciones, escondiendo en mi seno mi iniquidad;
34
si temí a la gran multitud, y el menosprecio de las familias me atemorizó, y callé, y no salí de mi puerta,
35
¡quién me diera quien me oyese! He aquí mi señal es que el Omnipotente testificará por mí, aunque mi adversario me hiciera el proceso.
36
Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, y me lo ataría en lugar de coronas.
37
Yo le contaría el número de mis pasos, y como príncipe me llegaría a él.
38
Si mi tierra clamara contra mí, y llorarán todos sus surcos;