8
Hijos de viles, y hombres sin nombre, Más bajos que la misma tierra.
9
Y ahora yo soy su canción, Y he sido hecho su refrán.
10
Abomínanme, aléjanse de mí, Y aun de mi rostro no detuvieron su saliva.
11
Porque Dios desató mi cuerda, y me afligió, Por eso se desenfrenaron delante de mi rostro.
12
A la mano derecha se levantaron los jóvenes; Empujaron mis pies, Y sentaron contra mí las vías de su ruina.
13
Mi senda desbarataron, Aprovecháronse de mi quebrantamiento, Contra los cuales no hubo ayudador.
14
Vinieron como por portillo ancho, Revolviéronse á mi calamidad.
15
Hanse revuelto turbaciones sobre mí; Combatieron como viento mi alma, Y mi salud pasó como nube
16
Y ahora mi alma está derramada en mí; Días de aflicción me han aprehendido.
17
De noche taladra sobre mí mis huesos, Y mis pulsos no reposan.
18
Con la grande copia de materia mi vestidura está demudada; Cíñeme como el cuello de mi túnica.