5
Apodérense de él tinieblas y densa oscuridad, pósese sobre él una nube, llénelo de terror la negrura del día.
6
Y en cuanto a aquella noche, apodérense de ella las tinieblas; que no se alegre entre los días del año, ni se cuente en el número de los meses.
7
He aquí, sea estéril aquella noche, no entren en ella gritos de júbilo.
8
Maldíganla los que maldicen el día, los que están listos para despertar a Leviatán.
9
Oscurézcanse las estrellas de su alba; que espere la luz mas no la tenga, que tampoco vea el rayar de la aurora;
10
porque no cerró las puertas del vientre de mi madre, ni escondió la aflicción de mis ojos.
11
¿Por qué no morí yo al nacer, o expiré al salir del vientre?
12
¿Por qué me recibieron las rodillas, y para qué los pechos que me dieron de mamar?
13
Porque ahora yo yacería tranquilo; dormiría, y entonces tendría descanso
14
con los reyes y los consejeros de la tierra, que reedificaron ruinas para sí;
15
o con príncipes que tenían oro, que llenaban sus casas de plata.