2
Vive el Dios que me quitó mi derecho, y el Omnipotente, que amargó mi alma,
3
que todo el tiempo que mi alma estuviere en mí, y hubiere hálito de Dios en mis narices,
4
mis labios no hablarán iniquidad, ni mi lengua pronunciará engaño.
5
Nunca tal me acontezca que yo os justifique; hasta morir no quitaré de mí mi integridad.
6
Mi justicia tengo asida, y no la cederé; no me reprochará mi corazón en todos mis días.
7
Sea como el impío mi enemigo, y como el inicuo mi adversario.
8
Porque ¿cuál es la esperanza del hipócrita, por mucho que hubiere robado, cuando Dios arrebatare su alma?
9
¿Por ventura oirá Dios su clamor cuando la tribulación viniere sobre él?
10
¿Por ventura se deleitará en el Omnipotente? ¿Invocará a Dios en todo tiempo?
11
Yo os enseñaré lo que hay en la mano de Dios; no esconderé lo que hay acerca del Omnipotente.
12
He aquí que todos vosotros lo habéis visto, ¿por qué pues os desvanecéis con vanidad?