2
Aun hoy mi queja es rebelión; su mano es pesada no obstante mi gemido.
3
¡Quién me diera saber dónde encontrarle, para poder llegar hasta su trono !
4
Expondría ante El mi causa, llenaría mi boca de argumentos
5
Aprendería yo las palabras que El me respondiera, y entendería lo que me dijera.
6
¿Contendería El conmigo con la grandeza de su poder? No, ciertamente me prestaría atención.
7
Allí el justo razonaría con El, y yo sería librado para siempre de mi Juez.
8
He aquí, me adelanto, y El no está allí, retrocedo, pero no le puedo percibir;
9
cuando se manifiesta a la izquierda, no le distingo, se vuelve a la derecha, y no le veo.
10
Pero El sabe el camino que tomo; cuando me haya probado, saldré como el oro.
11
Mi pie ha seguido firme en su senda, su camino he guardado y no me he desviado.
12
Del mandamiento de sus labios no me he apartado, he atesorado las palabras de su boca más que mi comida.