4
¿Por ventura hablo yo a algún hombre? Y si es así ¿por qué no se ha de angustiar mi espíritu?
5
Miradme, y espantaos, y poned la mano sobre la boca.
6
Aun yo mismo , cuando me acuerdo, me asombro, y toma temblor mi carne.
7
¿Por qué viven los impíos, y se envejecen, y aún crecen en riquezas?
8
Su simiente con ellos, compuesta delante de ellos; y sus renuevos delante de sus ojos.
9
Sus casas seguras de temor, ni hay azote de Dios sobre ellos.
10
Sus vacas conciben, no abortan; paren sus vacas, y no malogran su cría.
11
Salen sus chiquitos como manada de ovejas, y sus hijos andan saltando.
12
Al son de tamboril y cítara saltan, y se regocijan al son del órgano.
13
Gastan sus días en bien, y en un momento descienden a la sepultura.
14
Dicen pues a Dios: Apártate de nosotros, que no queremos el conocimiento de tus caminos.