2
Oíd atentamente mi palabra, y sea esto por vuestros consuelos
3
Soportadme, y yo hablaré; y después que hubiere hablado, escarneced
4
¿Por ventura quejo a algún hombre? Y si es así ¿por qué no se ha de angustiar mi espíritu
5
Miradme, y espantaos, y poned la mano sobre la boca
6
Aun yo mismo, cuando me acuerdo, me asombro, y toma temblor mi carne
7
¿Por qué viven los impíos, y se envejecen, y aún crecen en riquezas
8
Su simiente con ellos, compuesta delante de ellos; y sus renuevos delante de sus ojos
9
Sus casas seguras de temor, ni hay azote de Dios sobre ellos
10
Sus vacas conciben, no abortan; paren sus vacas, y no malogran su cría
11
Salen sus chiquitos como manada de ovejas, y sus hijos andan saltando
12
Al son de tamboril y cítara saltan, y se regocijan al son del órgano
13
Gastan sus días en bien, y en un momento descienden al Seol
14
Dicen pues a Dios: Apártate de nosotros, que no queremos el conocimiento de tus caminos
15
¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos? ¿Y de qué nos aprovechará que oremos a él
16
He aquí que su bien no está en manos de ellos; el consejo de los impíos lejos esté de mí
17
¡Oh cuántas veces el candil de los impíos es apagado, y viene sobre ellos su contrición, y con su ira Dios les reparte dolores
18
Serán como la paja delante del viento, y como el tamo que arrebata el torbellino
19
Dios guardará para los hijos de ellos su violencia; y le dará su pago, para que conozca
20
Verán sus ojos su quebranto, y beberá de la ira del Todopoderoso
21
Porque ¿qué deleite tendrá él de su casa después de sí, siendo cortado el número de sus meses
22
¿Por ventura enseñará él a Dios conocimiento, juzgando él las alturas
23
Este morirá en la fortaleza de su hermosura, todo quieto y pacífico
24
Sus senos están llenos de leche, y sus huesos serán regados de tuétano
25
Y este otro morirá en amargura de ánimo, y no habiendo comido jamás con gusto
26
Igualmente yacerán ellos en el polvo, y gusanos los cubrirán
27
He aquí, yo conozco vuestros pensamientos, y las imaginaciones que contra mí forjáis
28
Porque decís: ¿Qué es de la casa del príncipe, y qué de la tienda de las moradas de los impíos
29
¿No habéis preguntado a los que pasan por los caminos, por cuyas señas no negaréis
30
Que el malo es guardado para el día de la destrucción, para el día de las iras son llevados
31
¿Quién le denunciará en su cara su camino? Y de lo que él hizo, ¿quién le dará el pago
32
Porque él ya será llevado a los sepulcros, y en la tumba permanecerá
33
Los terrones del arroyo le serán ya dulces; y tras de él será llevado todo hombre, y antes de él han ido innumerables
34
¿Cómo, pues, me consoláis en vano, dado que vuestras respuestas quedan por mentira