5
Porque tu boca declaró tu iniquidad, pues has escogido el hablar de los astutos.
6
Tu misma boca te condenará, y no yo; y tus mismos labios testificarán contra ti.
7
¿Naciste tú primero que Adán? ¿O fuiste formado antes que los collados?
8
¿Oíste tú por ventura el secreto de Dios, que detienes en ti solo la sabiduría?
9
¿Qué sabes tú que no sepamos? ¿Qué entiendes que no se halle en nosotros?
10
Entre nosotros también hay cano, también hay viejo, mayor en días que tu padre.
11
¿En tan poco tienes las consolaciones de Dios? ¿Tienes acaso alguna cosa oculta cerca de ti?
12
¿Por qué te enajena tu corazón, y por qué guiñan tus ojos,
13
que respondas a Dios con tu espíritu, y sacas tales palabras de tu boca?
14
¿Qué cosa es el hombre para que sea limpio, y que se justifique el nacido de mujer?
15
He aquí que en sus santos no confía, y ni los cielos son limpios delante de sus ojos,
16
¿cuánto menos el hombre abominable y vil, que bebe la iniquidad como agua?
17
Escúchame; yo te mostraré, y te contaré lo que he visto;
18
lo que los sabios nos contaron de sus padres, y no lo encubrieron;
19
a los cuales fue dada la tierra a ellos sólos, y no pasó extraño por medio de ellos.
20
Todos los días del impío, él es atormentado de dolor, y el número de años es escondido al violento.
21
Estruendos espantosos hay en sus oídos; en la paz le vendrá quién lo asuele.
22
El no creerá que ha de volver de las tinieblas, y siempre está mirando al cuchillo.
23
Desasosegado viene a comer siempre, porque sabe que le está aparejado día de tinieblas.
24
Tribulación y angustia le asombrarán, y se esforzarán contra él como un rey apercibido para la batalla.
25
Por cuanto él extendió su mano contra Dios, y se esforzó contra el Todopoderoso,