9
¿Sería bueno que él os escudriñase? ¿Os burlaréis de él como quien se burla de algún hombre?
10
El os reprochará de seguro, Si solapadamente hacéis acepción de personas.
11
De cierto su alteza os había de espantar, Y su pavor había de caer sobre vosotros.
12
Vuestras memorias serán comparadas á la ceniza, Y vuestros cuerpos como cuerpos de lodo.
13
Escuchadme, y hablaré yo, Y véngame después lo que viniere.
14
¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, Y pondré mi alma en mi mano?
15
He aquí, aunque me matare, en él esperaré; Empero defenderé delante de él mis caminos.
16
Y él mismo me será salud, Porque no entrará en su presencia el hipócrita.
17
Oid con atención mi razonamiento, Y mi denunciación con vuestros oídos.
18
He aquí ahora, si yo me apercibiere á juicio, Sé que seré justificado.
19
¿Quién es el que pleiteará conmigo? Porque si ahora yo callara, fenecería.
20
A lo menos dos cosas no hagas conmigo; Entonces no me esconderé de tu rostro:
21
Aparta de mí tu mano, Y no me asombre tu terror.
22
Llama luego, y yo responderé; O yo hablaré, y respóndeme tú.
23
¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme entender mi prevaricación y mi pecado.
24
¿Por qué escondes tu rostro, Y me cuentas por tu enemigo?
25
¿A la hoja arrebatada has de quebrantar? ¿Y á una arista seca has de perseguir?
26
¿Por qué escribes contra mí amarguras, Y me haces cargo de los pecados de mi mocedad?
27
Pones además mis pies en el cepo, y guardas todos mis caminos, Imprimiéndolo á las raíces de mis pies.
28
Y el cuerpo mío se va gastando como de carcoma, Como vestido que se come de polilla.