6
Oíd, pues, ahora mi disputa, y estad atentos a los argumentos de mis labios
7
¿Habéis de hablar iniquidad por Dios? ¿Habéis de hablar por él engaño
8
¿Habéis vosotros de hacerle honra? ¿Habéis de pleitear vosotros por Dios
9
¿Sería bueno que él os escudriñare? ¿Os burlaréis de él como quien se burla de algún hombre
10
El os redargüirá duramente, si en lo secreto le hicieres tal honra
11
De cierto su alteza os había de espantar, y su pavor había de caer sobre vosotros
12
Vuestras memorias serán comparadas a la ceniza, y vuestros cuerpos como cuerpos de lodo
13
Escuchadme, y hablaré yo, y que me venga después lo que viniere
14
¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, y pondré mi alma en mi palma
15
He aquí, aunque me matare, en él esperaré; pero defenderé delante de él mis caminos
16
Y él mismo me será salud, porque no entrará en su presencia el hipócrita
17
Oíd con atención mi razón, y mi denuncia con vuestros oídos
18
He aquí ahora, si yo me apercibiere a juicio, sé que seré justificado
19
¿Quién es el que pleiteará conmigo? Porque si ahora yo callara, moriría
20
Concédame por lo menos éstas dos cosas; y entonces no me esconderé de tu rostro
21
Aparta de mí tu mano, y no me asombre tu terror
22
Llama luego, y yo responderé; o yo hablaré, y respóndeme tú
23
¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme conocer mi prevaricación y mi pecado
24
¿Por qué escondes tu rostro, y me cuentas por tu enemigo
25
¿A la hoja arrebatada has de quebrantar? ¿Y a una arista seca has de perseguir
26
¿Por qué escribes contra mí amarguras, y me haces cargo de las iniquidades de mi juventud
27
Pones además mis pies en el cepo, y guardas todos mis caminos, imprimiéndolo a las raíces de mis pies
28
Siendo el hombre como carcoma que se va gastando, como vestido que se come de polilla