10
El os redargüirá duramente, si en lo secreto le hicieres tal honra
11
De cierto su alteza os había de espantar, y su pavor había de caer sobre vosotros
12
Vuestras memorias serán comparadas a la ceniza, y vuestros cuerpos como cuerpos de lodo
13
Escuchadme, y hablaré yo, y que me venga después lo que viniere
14
¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, y pondré mi alma en mi palma
15
He aquí, aunque me matare, en él esperaré; pero defenderé delante de él mis caminos
16
Y él mismo me será salud, porque no entrará en su presencia el hipócrita
17
Oíd con atención mi razón, y mi denuncia con vuestros oídos
18
He aquí ahora, si yo me apercibiere a juicio, sé que seré justificado
19
¿Quién es el que pleiteará conmigo? Porque si ahora yo callara, moriría
20
Concédame por lo menos éstas dos cosas; y entonces no me esconderé de tu rostro
21
Aparta de mí tu mano, y no me asombre tu terror
22
Llama luego, y yo responderé; o yo hablaré, y respóndeme tú
23
¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme conocer mi prevaricación y mi pecado
24
¿Por qué escondes tu rostro, y me cuentas por tu enemigo
25
¿A la hoja arrebatada has de quebrantar? ¿Y a una arista seca has de perseguir
26
¿Por qué escribes contra mí amarguras, y me haces cargo de las iniquidades de mi juventud
27
Pones además mis pies en el cepo, y guardas todos mis caminos, imprimiéndolo a las raíces de mis pies
28
Siendo el hombre como carcoma que se va gastando, como vestido que se come de polilla