1
¡Ojalá mi cabeza fuera un manantial,y mis ojos una fuente de lágrimas,para llorar de día y de nochepor los muertos de mi pueblo!
2
¡Ojalá tuviera yo en el desiertouna posada junto al camino!Abandonaría a mi pueblo,y me alejaría de ellos.Porque todos ellos son adúlteros,son una banda de traidores.
3
«Tensan su lengua como un arco;en el país prevalece la mentira, no la verdad,porque van de mal en peor,y a mí no me conocen—afirma el SEÑOR—.
4
Cuídese cada uno de su amigo,no confíe ni siquiera en el hermano,porque todo hermano engaña,y todo amigo difama.
5
Se engañan unos a otros;no se hablan con la verdad.Han enseñado sus lenguas a mentir,y pecan hasta el cansancio.
6
»Tú, Jeremías, vives en medio de engañadores,que por su engaño no quieren reconocerme»,afirma el SEÑOR.
7
Por eso, así dice el SEÑORTodopoderoso:«Voy a refinarlos, a ponerlos a prueba.¿Qué más puedo hacer con mi pueblo?
8
Su lengua es una flecha mortífera,su boca solo sabe engañar;hablan cordialmente con su amigo,mientras en su interior le tienden una trampa.
9
¿Y no los he de castigar por esto?—afirma el SEÑOR—.¿Acaso no he de vengarme de semejante nación?»
10
Lloraré y gemiré por las montañas,haré lamentos por las praderas del desierto,porque están desoladas:ya nadie las transitani se escuchan los mugidos del ganado.Desde las aves del cielo hasta los animales del campo,todos han huido.