8
Y los Caldeos pusieron á fuego la casa del rey y las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalem.
9
Y el resto del pueblo que había quedado en la ciudad, y los que se habían á él adherido, con todo el resto del pueblo que había quedado, trasportólos á Babilonia Nabuzaradán, capitán de la guardia.
10
Empero Nabuzaradán, capitán de la guardia, hizo quedar en tierra de Judá del vulgo de los pobres que no tenían nada, y dióles entonces viñas y heredades.
11
Y Nabucodonosor había ordenado á Nabuzaradán capitán de la guardia, acerca de Jeremías, diciendo:
12
Tómale, y mira por él, y no le hagas mal ninguno; antes harás con él como él te dijere.
13
Envió por tanto Nabuzaradán capitán de la guardia, y Nabusazbán, Rabsaris, y Nergal-sarezer, y Rabmag, y todos los príncipes del rey de Babilonia;
14
Enviaron entonces, y tomaron á Jeremías del patio de la cárcel, y entregáronlo á Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Saphán, para que lo sacase á casa: y vivió entre el pueblo.
15
Y había sido palabra de Jehová á Jeremías, estando preso en el patio de la cárcel, diciendo:
16
Ve, y habla á Ebed-melec Etiope, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí traigo yo mis palabras sobre esta ciudad para mal, y no para bien; y vendrán á ser en aquel día á presencia tuya.
17
Mas en aquel día yo te libraré, dice Jehová, y no serás entregado en mano de aquellos de quienes tú temes.
18
Porque ciertamente te libraré, y no caerás á cuchillo, sino que tu vida te será por despojo, porque tuviste confianza en mí, dice Jehová.