5
Y como el ejército de Faraón hubo salido de Egipto, y vino la noticia de ellos a oídos de los caldeos que tenían cercada a Jerusalén, partieron de Jerusalén.
6
Entonces vino palabra del SEÑOR a Jeremías profeta, diciendo
7
Así dijo el SEÑOR Dios de Israel: Diréis así al rey de Judá, que os envió a mí para que me preguntaseis: He aquí que el ejército de Faraón que había salido en vuestro socorro, se volvió a su tierra en Egipto
8
Y tornarán los caldeos, y combatirán esta ciudad, y la tomarán, y la pondrán a fuego
9
Así dijo el SEÑOR: No engañéis vuestras almas, diciendo: Sin duda los caldeos se han ido de nosotros; porque no se irán
10
Porque aunque vosotros hirieseis todo el ejército de los caldeos que pelean con vosotros, y quedaran de ellos hombres alanceados, cada uno se levantará de su tienda, y pondrán fuego a esta ciudad
11
Y aconteció que, como el ejército de los caldeos se fue de Jerusalén a causa del ejército de Faraón
12
Jeremías salió de Jerusalén para irse a tierra de Benjamín, para apartarse de allí en medio del pueblo
13
Y cuando fue a la puerta de Benjamín, estaba allí un capitán que se llamaba Irías, hijo de Selemías hijo de Hananías, el cual prendió a Jeremías profeta, diciendo: Tú te retiras a los caldeos
14
Y Jeremías dijo: Falso; no me retiro a los caldeos. Mas él no lo escuchó, antes prendió Irías a Jeremías, y lo llevó delante de los príncipes
15
Y los príncipes se airaron contra Jeremías, y le azotaron, y le pusieron en prisión en la casa de Jonatán escriba, porque aquella la habían hecho casa de cárcel