1
«¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan el rebaño de mis praderas!», afirma el SEÑOR.
2
Por eso, así dice el SEÑOR, el Dios de Israel, a los pastores que apacientan a mi pueblo: «Ustedes han dispersado a mis ovejas; las han expulsado y no se han encargado de ellas. Pues bien, yo me encargaré de castigarlos a ustedes por sus malas acciones —afirma el SEÑOR—.
3
Al resto de mis ovejas yo mismo las reuniré de todos los países adonde las expulsé; y las haré volver a sus pastos, donde crecerán y se multiplicarán.
4
Pondré sobre ellas pastores que las pastorearán, y ya no temerán ni se espantarán, ni faltará ninguna de ellas —afirma el SEÑOR—.
5
»Vienen días —afirma el SEÑOR—,en que de la simiente de Davidharé surgir un vástago justo;él reinará con sabiduría en el país,y practicará el derecho y la justicia.
6
En esos días Judá será salvada,Israel morará seguro.Y este es el nombre que se le dará:“El SEÑOR es nuestra salvación”.
7
»Por eso —afirma el SEÑOR— vienen días en que ya no se dirá: “Por la vida del SEÑOR, que hizo salir a los israelitas de la tierra de Egipto”,
8
sino: “Por la vida del SEÑOR, que hizo salir a los descendientes de la familia de Israel, y los hizo llegar del país del norte, y de todos los países adonde los había expulsado”. Y habitarán en su propia tierra».