16
Dad gloria al SEÑOR Dios vuestro, antes que haga venir tinieblas, y antes que vuestros pies tropiecen en montes de oscuridad, y esperéis luz, y os la torne en sombra de muerte y tinieblas
17
Mas si no oyereis esto, en secreto llorará mi alma a causa de vuestra soberbia; y llorando amargamente, se desharán mis ojos en lágrimas, porque el rebaño del SEÑOR fue cautivo
18
Di al rey y a la reina: Humillaos, sentaos en tierra; porque la corona de vuestra gloria bajó de vuestras cabezas
19
Las ciudades del Mediodía fueron cerradas, y no hubo quien las abriera; toda Judá fue transportada, transportada fue toda ella
20
Alzad vuestros ojos, y ved los que vienen del aquilón; ¿dónde está el rebaño que te fue dado, el ganado de tu hermosura
21
¿Qué dirás cuando te visitará? Porque tú les enseñaste a ser príncipes y cabeza sobre ti. ¿No te tomarán dolores como a mujer que está de parto
22
Cuando dijeres en tu corazón: ¿Por qué me ha sobrevenido esto? Por la enormidad de tu iniquidad fueron descubiertas tus faldas, fueron desnudos tus calcañares
23
¿Por ventura mudará el negro su pellejo, y el leopardo sus manchas? Así tampoco, podréis vosotros hacer bien, estando enseñados a hacer mal
24
Por tanto, yo los esparciré, como tamo que pasa, al viento del desierto
25
Esta será tu suerte, la porción de tus medidas de parte mía, dijo el SEÑOR; porque te olvidaste de mí, y confiaste en la mentira
26
Yo, también, descubrí tus faldas delante de tu cara, y tu vergüenza se manifestó
27
Tus adulterios, tus relinchos, la maldad de tu fornicación sobre los collados; en el mismo campo vi tus abominaciones. ¡Ay de ti, Jerusalén! ¿No serás limpia al fin? ¿Hasta cuándo pues