13
a su voz se da muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y hace salir el viento de sus escondederos.
14
Todo hombre es carnal en su ciencia. Avergüéncese de su vaciadizo todo fundidor, porque mentira es su obra de fundición, ni hay espíritu en ellos;
15
vanidad son, obra de escarnios; en el tiempo de su visitación perecerán.
16
No es como ellos la suerte de Jacob; porque él es el Hacedor de todo, e Israel es la vara de su herencia; el SEÑOR de los ejércitos es su Nombre.
17
Recoge de las tierras tus mercaderías, la que moras en lugar fuerte.
18
Porque así dijo el SEÑOR: He aquí que esta vez arrojaré con honda los moradores de la tierra, y he de afligirlos, para que lo hallen.
19
¡Ay de mí, por mi quebrantamiento! Mi llaga es muy dolorosa. Pero yo dije: Ciertamente enfermedad mía es ésta, y debo sufrirla.
20
Mi tienda es destruida, y todas mis cuerdas están rotas; mis hijos fueron sacados de mí, y perecieron; no hay ya más quien extienda mi tienda, ni quien levante mis cortinas.
21
Porque los pastores se enloquecieron, y no buscaron al SEÑOR; por tanto, no entendieron, y todo su ganado se esparció.
22
He aquí que voz de fama viene, y alboroto grande de la tierra del aquilón, para tornar en soledad todas las ciudades de Judá, en morada de dragones.
23
Conozco, oh SEÑOR, que el hombre no es señor de su propio camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos.
24
Castígame, oh SEÑOR, mas con juicio; no con tu furor, para que no me aniquiles.
25
Derrama tu enojo sobre los gentiles que no te conocen, y sobre las naciones que no invocan tu Nombre; porque se comieron a Jacob, y lo devoraron, y le han consumido, y su morada destruyeron.