5
Porque toda bota que calza el guerrero en el fragor de la batalla, y el manto revolcado en sangre, serán para quemar, combustible para el fuego.
6
Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
7
El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre. El celo del SEÑOR de los ejércitos hará esto.
8
El Señor envía mensaje contra Jacob, y cae sobre Israel.
9
Y todo el pueblo lo sabe, es decir, Efraín y los habitantes de Samaria, los que con arrogancia y altivez de corazón afirman:
10
Los ladrillos han caído, pero con piedras labradas reedificaremos; los sicómoros han sido cortados, pero con cedros los reemplazaremos.
11
Por tanto el SEÑOR levanta adversarios de Rezín contra ellos, e incita a sus enemigos,
12
los arameos en el oriente y los filisteos en el occidente, que devoran a Israel a boca llena. Con todo eso no se aparta su ira, y aún está su mano extendida.
13
Pero el pueblo no ha vuelto al que los hirió, no han buscado al SEÑOR de los ejércitos.
14
El SEÑOR, pues, corta de Israel la cabeza y la cola, la hoja de palmera y el junco en un mismo día.
15
El anciano y venerable es la cabeza, y el profeta que enseña la mentira, es la cola.
16
Porque los que guían a este pueblo lo extravían; y los guiados por ellos son confundidos.
17
Por eso no se complace el Señor en sus jóvenes, ni se compadece de sus huérfanos ni de sus viudas; porque todos ellos son impíos y malhechores, y toda boca habla necedades. Con todo eso no se aparta su ira, y aún está su mano extendida.
18
Porque arde como fuego la impiedad, zarzas y espinos consume, y enciende la espesura del bosque; como remolino suben en columna de humo.
19
Por el furor del SEÑOR de los ejércitos es quemada la tierra, y el pueblo es como combustible para el fuego; el hombre no perdona a su hermano.
20
Cortan de un tajo lo que está a la derecha, pero aún tienen hambre, y comen lo que está a la izquierda, pero no se sacian; cada cual come la carne de su propio brazo.
21
Manasés devora a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos están contra Judá. Con todo eso no se ha apartado su ira, y aún está su mano extendida.