5
¿A quién me asemejáis, y me igualáis, y me comparáis, para que sea semejante?
6
Sacan oro del talego, y pesan plata con balanzas, alquilan un platero para hacer un dios de ello; humíllanse y adoran.
7
Echanselo sobre los hombros, llévanlo, y asiéntanlo en su lugar; allí se está, y no se mueve de su sitio. Danle voces, y tampoco responde, ni libra de la tribulación.
8
Acordaos de esto, y tened vergüenza, tornad en vosotros, prevaricadores.
9
Acordaos de las cosas pasadas desde el siglo; porque yo soy Dios, y no hay más Dios, y nada hay á mí semejante;
10
Que anuncio lo por venir desde el principio, y desde antiguo lo que aun no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quisiere;
11
Que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir: he lo pensado, y también lo haré.
12
Oidme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia.
13
Haré que se acerque mi justicia, no se alejará: y mi salud no se detendrá. Y pondré salud en Sión, y mi gloria en Israel.