2
Aquel día se dirá: Una viña de vino; de ella cantad.
3
Yo, el SEÑOR, soy su guardador; a cada momento la riego. Para que nadie la dañe, la guardo noche y día.
4
No tengo furor. Si alguien me da zarzas y espinos en batalla, los pisotearé, los quemaré completamente,
5
a no ser que él confíe en mi protección, que haga la paz conmigo, que conmigo haga la paz.
6
En los días venideros Jacob echará raíz, Israel florecerá y brotará, y llenarán el mundo entero de fruto.
7
¿Acaso con la herida del que lo hirió fue herido, o como con la matanza de sus muertos fue muerto?
8
Contendiste con ella desterrándola , expulsándola. Con su soplo violento la echó en el día del viento solano.
9
Así pues, con esto la iniquidad de Jacob será perdonada, y este será todo el fruto del perdón de su pecado; cuando haga todas las piedras del altar como piedras de cal pulverizadas; cuando no estén en pie las Aseras y los altares de incienso.
10
Porque solitaria está la ciudad fortificada, una morada desamparada y abandonada como un desierto; allí pastará el becerro, y allí se echará y se alimentará de sus ramas.
11
Cuando su ramaje está seco, es quebrado, vienen las mujeres y le prenden fuego. Porque no es pueblo de discernimiento, por tanto su Hacedor no le tendrá compasión, y su Creador no tendrá piedad de él.
12
Y sucederá en aquel día que el SEÑOR trillará desde la corriente del Eufrates hasta el torrente de Egipto, y vosotros seréis recogidos uno a uno, oh hijos de Israel.
13
Sucederá también en aquel día que se tocará una gran trompeta, y los que perecían en la tierra de Asiria y los desterrados en la tierra de Egipto, vendrán y adorarán al SEÑOR en el monte santo en Jerusalén.