3
Por tanto mis lomos se han llenado de dolor; angustias se apoderaron de mí, como angustias de mujer de parto: agobiéme oyendo, y al ver heme espantado.
4
Pasmóse mi corazón, el horror me ha intimidado; la noche de mi deseo se me tornó en espanto.
5
Pon la mesa, mira del atalaya, come, bebe: levantaos, príncipes, ungid el escudo.
6
Porque el Señor me dijo así: Ve, pon centinela que haga saber lo que viere.
7
Y vió un carro de un par de caballeros, un carro de asno, y un carro de camello. Luego miró muy más atentamente.
8
Y gritó como un león: Señor, sobre la atalaya estoy yo continuamente de día, y las noches enteras sobre mi guarda:
9
Y he aquí este carro de hombres viene, un par de caballeros. Después habló, y dijo: Cayó, cayó Babilonia; y todos los ídolos de sus dioses quebrantó en tierra.
10
Trilla mía, y paja de mi era: os he dicho lo que oí de Jehová de los ejércitos, Dios de Israel.
11
Carga de Duma.
12
El guarda respondió: La mañana viene, y después la noche: si preguntareis, preguntad; volved, venid.
13
Carga sobre Arabia.