3
Y el día en que el SEÑOR te dé descanso de tu dolor, de tu desesperación y de la dura servidumbre a la que fuiste sometido,
4
pronunciarás esta burla contra el rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo se ha acabado el opresor, y cómo ha cesado el furor!
5
El SEÑOR ha quebrado el báculo de los impíos, el cetro de los gobernantes
6
que golpeaba con furia a los pueblos con golpes incesantes, que sometía con ira a las naciones en persecución incesante.
7
Toda la tierra está en reposo, está quieta; prorrumpe en gritos de júbilo.
8
Aun los cipreses y los cedros del Líbano se alegran a causa de ti, diciendo: "Desde que fuiste derribado, no ha subido talador contra nosotros."
9
El Seol, desde abajo, se estremece por ti al recibirte en tu venida; por ti despierta a los espíritus de los muertos, a todos los jefes de la tierra; levanta de sus tronos a todos los reyes de las naciones.
10
Todos ellos responderán y te dirán: "También tú has sido debilitado como nosotros, has venido a ser semejante a nosotros.
11
"Han sido derribadas al Seol tu ostentación y la música de tus arpas; debajo de ti las larvas se extienden como cama, y los gusanos son tu cobertura."
12
¡Cómo has caído del cielo, oh lucero de la mañana, hijo de la aurora! Has sido derribado por tierra, tú que debilitabas a las naciones.
13
Pero tú dijiste en tu corazón: "Subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono, y me sentaré en el monte de la asamblea, en el extremo norte.