2
Y los tomarán los pueblos, y los traerán a su lugar; y la casa de Israel los poseerá por siervos y criadas en la tierra del SEÑOR; y cautivarán a los que los cautivaron, y señorearán a los que los oprimieron.
3
Y será que en el día que el SEÑOR te diera reposo de tu trabajo, y de tu temor, y de la dura servidumbre en que te hicieron servir,
4
entonces levantarás esta parábola sobre el rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo cesó el opresor, cómo cesó la ciudad codiciosa del oro!
5
Quebrantó el SEÑOR el bastón de los impíos, el cetro de los señores;
6
que con ira hería los pueblos de llaga perpetua, el cual se enseñoreaba de los gentiles con furor; al perseguido no defendió.
7
Descansó, sosegó toda la tierra, cantaron alabanzas.
8
Aun las hayas se regocijaron a causa de ti, y los cedros del Líbano, diciendo : Desde que tú pereciste, no ha subido cortador contra nosotros.
9
El infierno abajo se espantó de ti; te despertó muertos que en tu venida saliesen a recibirte, hizo levantar de sus tronos a todos los príncipes de la tierra, a todos los reyes de los gentiles.
10
Todos ellos darán voces, y te dirán: ¿Tú también enfermaste como nosotros, y como nosotros fuiste?
11
Se depositó en el sepulcro tu soberbia, y el sonido de tus vihuelas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán.
12
¡Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, el que echabas suerte sobre los gentiles.