5
Vienen de una tierra lejana, de los más lejanos horizontes , el SEÑOR y los instrumentos de su indignación, para destruir toda la tierra.
6
Gemid, porque cerca está el día del SEÑOR; vendrá como destrucción del Todopoderoso.
7
Por tanto todas las manos se debilitarán, el corazón de todo hombre desfallecerá,
8
y se aterrarán; dolores y angustias se apoderarán de ellos, como mujer de parto se retorcerán; se mirarán el uno al otro con asombro, rostros en llamas serán sus rostros.
9
He aquí, el día del SEÑOR viene, cruel, con furia y ardiente ira, para convertir en desolación la tierra y exterminar de ella a sus pecadores.
10
Pues las estrellas del cielo y sus constelaciones no destellarán su luz; se oscurecerá el sol al salir, y la luna no irradiará su luz.
11
Castigaré al mundo por su maldad y a los impíos por su iniquidad; también pondré fin a la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los despiadados.
12
Haré al mortal más escaso que el oro puro, y a la humanidad más que el oro de Ofir.
13
Por tanto, haré estremecer los cielos, y la tierra será removida de su lugar ante la furia del SEÑOR de los ejércitos, en el día de su ardiente ira.
14
Y será como gacela perseguida, o como ovejas que nadie reúne; cada uno volverá a su pueblo, y cada uno huirá a su tierra.
15
Cualquiera que sea hallado será traspasado, y cualquiera que sea capturado caerá a espada.