17
La luz de Israel se convertirá en fuego y su Santo en llama, y quemará y consumirá sus espinos y sus zarzas en un solo día.
18
El destruirá la gloria de su bosque y de su fértil huerto, tanto el alma como el cuerpo, y será como cuando un enfermo languidece;
19
y los árboles que queden de su bosque serán tan pocos que un niño podrá contarlos.
20
Sucederá en aquel día que el remanente de Israel y los de la casa de Jacob que hayan escapado, no volverán a apoyarse más en el que los hirió, sino que en verdad se apoyarán en el SEÑOR, el Santo de Israel.
21
Un remanente volverá, el remanente de Jacob, al Dios poderoso.
22
Pues aunque tu pueblo, oh Israel, sea como la arena del mar, sólo un remanente de él volverá; la destrucción está decidida, rebosando justicia.
23
Pues una destrucción completa, ya decretada, ejecutará el Señor, DIOS de los ejércitos, en medio de toda la tierra.
24
Por tanto, así dice el Señor, DIOS de los ejércitos: Pueblo mío que moras en Sion, no temas al asirio que te hiere con vara y levanta su báculo contra ti a la manera de Egipto.
25
Porque dentro de muy poco mi indignación contra ti terminará, y mi ira la dirigiré a su destrucción.
26
Y el SEÑOR de los ejércitos levantará un azote contra él como la matanza de Madián en la peña de Oreb; su báculo estará sobre el mar y lo levantará de la manera que lo hizo en Egipto.
27
Y sucederá en aquel día que su carga será quitada de tus hombros y su yugo de tu cerviz, y el yugo será quebrado a causa de la grosura.