14
Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas señaladas las aborrece mi alma; se han vuelto una carga para mí, estoy cansado de soportarlas.
15
Y cuando extendáis vuestras manos, esconderé mis ojos de vosotros; sí, aunque multipliquéis las oraciones, no escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre.
16
Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras obras de delante de mis ojos; cesad de hacer el mal,
17
aprended a hacer el bien, buscad la justicia, reprended al opresor, defended al huérfano, abogad por la viuda.
18
Venid ahora, y razonemos dice el SEÑOR aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán.
19
Si queréis y obedecéis, comeréis lo mejor de la tierra;
20
pero si rehusáis y os rebeláis, por la espada seréis devorados. Ciertamente, la boca del SEÑOR ha hablado.
21
¡Cómo se ha convertido en ramera la ciudad fiel, la que estaba llena de justicia! Moraba en ella la rectitud, mas ahora, asesinos.
22
Tu plata se ha vuelto escoria, tu vino está mezclado con agua.
23
Tus gobernantes son rebeldes y compañeros de ladrones; cada uno ama el soborno y corre tras las dádivas. No defienden al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.
24
Por tanto, declara el Señor, DIOS de los ejércitos, el Poderoso de Israel: ¡Ah!, me libraré de mis adversarios, y me vengaré de mis enemigos.
25
También volveré mi mano contra ti, te limpiaré de tu escoria como con lejía, y quitaré toda tu impureza.
26
Entonces restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como al comienzo; después de lo cual serás llamada ciudad de justicia, ciudad fiel.
27
Sion será redimida con juicio, y sus arrepentidos con justicia.
28
Pero los transgresores y los pecadores serán aplastados a una, y los que abandonan al SEÑOR perecerán.
29
Ciertamente os avergonzaréis de las encinas que habéis deseado, y os abochornaréis de los jardines que habéis escogido.
30
Porque seréis como encina cuya hoja está marchita, y como jardín en que no hay agua.
31
El fuerte se convertirá en estopa, y su trabajo en chispa. Arderán ambos a una, y no habrá quien los apague.