32
Pedro, que estaba recorriendo toda la región, fue también a visitar a los santos que vivían en Lida.
33
Allí encontró a un paralítico llamado Eneas, que llevaba ocho años en cama.
34
«Eneas —le dijo Pedro—, Jesucristo te sana. Levántate y tiende tu cama». Y al instante se levantó.
35
Todos los que vivían en Lida y en Sarón lo vieron, y se convirtieron al Señor.
36
Había en Jope una discípula llamada Tabita (que traducido es Dorcas). Esta se esmeraba en hacer buenas obras y en ayudar a los pobres.
37
Sucedió que en esos días cayó enferma y murió. Pusieron el cadáver, después de lavarlo, en un cuarto de la planta alta.
38
Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, al enterarse de que Pedro se encontraba en Lida, enviaron a dos hombres a rogarle: «¡Por favor, venga usted a Jope en seguida!»
39
Sin demora, Pedro se fue con ellos, y cuando llegó lo llevaron al cuarto de arriba. Todas las viudas se presentaron, llorando y mostrándole las túnicas y otros vestidos que Dorcas había hecho cuando aún estaba con ellas.
40
Pedro hizo que todos salieran del cuarto; luego se puso de rodillas y oró. Volviéndose hacia la muerta, dijo: «Tabita, levántate». Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó.
41
Él, tomándola de la mano, la levantó. Luego llamó a los creyentes y a las viudas, a quienes la presentó viva.
42
La noticia se difundió por todo Jope, y muchos creyeron en el Señor.
43
Pedro se quedó en Jope un buen tiempo, en casa de un tal Simón, que era curtidor.