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Esteban, hombre lleno de la gracia y del poder de Dios, hacía grandes prodigios y señales milagrosas entre el pueblo.
9
Con él se pusieron a discutir ciertos individuos de la sinagoga llamada de los Libertos, donde había judíos de Cirene y de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia.
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Como no podían hacer frente a la sabiduría ni al Espíritu con que hablaba Esteban,
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instigaron a unos hombres a decir: «Hemos oído a Esteban blasfemar contra Moisés y contra Dios».
12
Agitaron al pueblo, a los ancianos y a los maestros de la ley. Se apoderaron de Esteban y lo llevaron ante el Consejo.
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Presentaron testigos falsos, que declararon: «Este hombre no deja de hablar contra este lugar santo y contra la ley.
14
Le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar y cambiará las tradiciones que nos dejó Moisés».
15
Todos los que estaban sentados en el Consejo fijaron la mirada en Esteban y vieron que su rostro se parecía al de un ángel.