2
Y hallando un barco que pasaba a Fenicia, nos embarcamos, y partimos.
3
Y como avistamos a Chipre, dejándola a mano izquierda, navegamos a Siria, y vinimos a Tiro, porque el barco había de descargar allí su carga.
4
Y nos quedamos allí siete días, hallados los discípulos, los cuales decían a Pablo por el Espíritu, que no subiese a Jerusalén.
5
Y cumplidos aquellos días, salimos acompañándonos todos, con sus mujeres e hijos, hasta fuera de la ciudad; y puestos de rodillas en la ribera, oramos.
6
Y abrazándonos los unos a los otros, subimos al barco, y ellos se volvieron a sus casas.
7
Y nosotros, cumplida la navegación, vinimos de Tiro a Tolemaida; y habiendo saludado a los hermanos, nos quedamos con ellos un día.
8
Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, vinimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, el cual era uno de los siete, posamos con él.
9
Y éste tenía cuatro hijas, doncellas, que profetizaban.
10
y parando nosotros allí por muchos días, descendió de Judea un profeta, llamado Agabo;
11
Y venido a nosotros, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles.
12
Lo cual como oímos, le rogamos nosotros y los de aquel lugar, que no subiese a Jerusalén.