3
Entonces él dijo: ¿En qué bautismo, pues, fuisteis bautizados? Ellos contestaron: En el bautismo de Juan.
4
Y Pablo dijo: Juan bautizó con el bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyeran en aquel que vendría después de él, es decir, en Jesús.
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Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.
6
Y cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y hablaban en lenguas y profetizaban.
7
Eran en total unos doce hombres.
8
Entró Pablo en la sinagoga, y por tres meses continuó hablando denodadamente, discutiendo y persuadiéndoles acerca del reino de Dios.
9
Pero cuando algunos se endurecieron y se volvieron desobedientes hablando mal del Camino ante la multitud, Pablo se apartó de ellos llevándose a los discípulos, y discutía diariamente en la escuela de Tirano.
10
Esto continuó por dos años, de manera que todos los que vivían en Asia oyeron la palabra del Señor, tanto judíos como griegos.
11
Y Dios hacía milagros extraordinarios por mano de Pablo,
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de tal manera que incluso llevaban pañuelos o delantales de su cuerpo a los enfermos, y las enfermedades los dejaban y los malos espíritus se iban de ellos.
13
Pero también algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, trataron de invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os ordeno por Jesús, a quien Pablo predica.
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Y siete hijos de un tal Esceva, uno de los principales sacerdotes judíos, eran los que hacían esto.
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Pero el espíritu malo respondió, y les dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo, pero vosotros, ¿quiénes sois?
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Y el hombre en quien estaba el espíritu malo se lanzó sobre ellos, y los dominó y pudo más que ellos, de manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.
17
Y supieron esto todos los habitantes de Efeso, tanto judíos como griegos; y el temor se apoderó de todos ellos, y el nombre del Señor Jesús era exaltado.
18
También muchos de los que habían creído continuaban viniendo, confesando y declarando las cosas que practicaban.
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Y muchos de los que practicaban la magia, juntando sus libros, los quemaban a la vista de todos; calcularon su precio y hallaron que llegaba a cincuenta mil piezas de plata .
20
Así crecía poderosamente y prevalecía la palabra del Señor.
21
Pasadas estas cosas, Pablo decidió en el espíritu ir a Jerusalén después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, debo visitar también Roma.
22
Y habiendo enviado a Macedonia a dos de sus ayudantes, Timoteo y Erasto, él se quedó en Asia por algún tiempo.
23
Por aquel tiempo se produjo un alboroto no pequeño por motivo del Camino.