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Envía pues ahora hombres a Jope, y haz venir a un Simón, que tiene por sobrenombre Pedro
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Este posa en casa de un Simón, curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que te conviene hacer
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E ido el ángel que hablaba con Cornelio, llamó a dos de sus criados, y un soldado temeroso del Señor de los que le asistían
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a los cuales, después de habérselo contado todo, los envió a Jope
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Y al día siguiente, yendo ellos su camino, y llegando cerca de la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar, cerca de la hora sexta
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y aconteció que le vino una gran hambre, y quiso comer; pero mientras disponían, cayó sobre él un rapto de entendimiento
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y vio el cielo abierto, y que descendía un vaso, como un gran lienzo, que atado de los cuatro cabos era bajado del cielo a la tierra
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En el cual había de todos los animales cuadrúpedos de la tierra, y bestias fieras, y reptiles, y aves del cielo
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Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come
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Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común e inmunda he comido jamás
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Y volvió la voz hacia él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo ensucies