20
Levántate, pues, y desciende, y no dudes de ir con ellos; porque yo los he enviado.
21
Entonces Pedro, descendiendo a los hombres que eran enviados por Cornelio, dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la causa por la que habéis venido?
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Y ellos dijeron: Cornelio, el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene testimonio de toda la nación de los judíos, ha recibido respuesta por un santo ángel, de hacerte venir a su casa, y oír de ti palabras.
23
Entonces metiéndolos dentro, los hospedó. Y al día siguiente, levantándose, se fue con ellos; y le acompañaron algunos de los hermanos de Jope.
24
Y al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo llamado a sus parientes y los amigos más familiares.
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Y cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle; y derribándose a sus pies, adoró.
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Y Pedro le levantó, diciendo: Levántate; yo mismo también soy hombre.
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Y hablando con él, entró, y halló a muchos que se habían juntado.
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Y les dijo: Vosotros sabéis que es abominable a un varón judío juntarse o llegarse a extranjero; mas me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo;
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por lo cual, llamado, he venido sin dudar. Así que pregunto: ¿por qué causa me habéis hecho venir?
30
Entonces Cornelio dijo: Hace cuatro días hasta esta hora yo estaba en ayuno; y a la hora novena mientras oraba en mi casa, he aquí un varón se puso delante de mí en vestido resplandeciente.
31
Y dijo: Cornelio, tu oración es oída, y tus limosnas han venido en memoria en la presencia de Dios.
32
Envía pues a Jope, y haz venir a un Simón, que tiene por sobrenombre Pedro; éste posa en casa de Simón, un curtidor, junto al mar; (el cual venido, te hablará).
33
Así que, luego envié a ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado.
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Entonces Pedro, abriendo su boca, dijo: En verdad hallo que Dios no hace acepción de personas;
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sino que en cualquier nación el que le teme y obra justicia, es acepto a él.
36
Dios envió Palabra a los hijos de Israel, anunciando el evangelio por Jesús, el Cristo; (éste es el Señor de todos).
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Vosotros sabéis de la palabra que ha sido hecha por toda Judea; que comenzando desde Galilea, después del bautismo que Juan predicó;
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a Jesús de Nazaret; cómo le ungió Dios del Espíritu Santo y de potencia; que anduvo haciendo bienes, y sanando a todos los oprimidos del diablo; porque Dios era con él.
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Y nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo en la tierra de Judea, y en Jerusalén; al cual mataron colgándole en un madero.
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A éste Dios lo levantó al tercer día, y dio que fuese hecho manifiesto,
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no a todo el pueblo, sino a testigos que Dios antes había ordenado, es a saber , a nosotros que comimos y bebimos juntamente con él, después que resucitó de los muertos.
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Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.
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A éste dan testimonio todos los profetas, de que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su Nombre.
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Estando aún hablando Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían la palabra.
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Y se espantaron los fieles que eran de la circuncisión, que habían venido con Pedro, de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo.
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Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios.
47
Entonces Pedro respondió: ¿Puede alguno impedir el agua, para que no sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?
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Y les mandó bautizar en el Nombre del Señor Jesús. Y le rogaron que se quedase por algunos días.