2
de la doctrina de los bautismos, y de la imposición de manos, y de la resurrección de los muertos, y del juicio eterno.
3
Y esto haremos, a la verdad, si Dios lo permitiere.
4
Porque es imposible que los que una vez recibieron la luz, y que gustaron aquel don celestial, y que fueron hechos partícipes del Espíritu Santo;
5
y que así mismo gustaron la buena palabra de Dios, y las virtudes del siglo venidero,
6
y recayeron, sean renovados de nuevo por arrepentimiento colgando en el madero otra vez para sí mismos al Hijo de Dios, y exponiéndolo a vituperio.
7
Porque la tierra que embebe el agua que muchas veces vino sobre ella, y que engendra hierba a su tiempo a aquellos de los cuales es labrada, recibe bendición de Dios.
8
Mas la que produce espinas y abrojos, es reprobada, y cercana de maldición, y su fin será por fuego.
9
Pero de vosotros, oh amados, esperamos mejores cosas que éstas y más cercanas a la salud, aunque hablamos así.
10
Porque Dios no es injusto que se olvide de vuestra obra y el trabajo de la caridad que habéis mostrado en su nombre, habiendo ayudado a los santos y ayudándoles.
11
Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin para cumplimiento de su esperanza,
12
que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.