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Porque tanto el que santifica como los que son santificados, son todos de un Padre; por lo cual El no se averguenza de llamarlos hermanos,
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diciendo: ANUNCIARE TU NOMBRE A MIS HERMANOS, EN MEDIO DE LA CONGREGACION TE CANTARE HIMNOS.
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Y otra vez: YO EN EL CONFIARE. Y otra vez: HE AQUI, YO Y LOS HIJOS QUE DIOS ME HA DADO.
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Así que, por cuanto los hijos participan de carne y sangre, El igualmente participó también de lo mismo, para anular mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo,
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y librar a los que por el temor a la muerte, estaban sujetos a esclavitud durante toda la vida.
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Porque ciertamente no ayuda a los ángeles, sino que ayuda a la descendencia de Abraham.
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Por tanto, tenía que ser hecho semejante a sus hermanos en todo, a fin de que llegara a ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en las cosas que a Dios atañen, para hacer propiciación por los pecados del pueblo.
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Pues por cuanto El mismo fue tentado en el sufrimiento, es poderoso para socorrer a los que son tentados.