23
retengamos firme la profesión de nuestra esperanza, que fiel es el que prometió.
24
Y considerémonos los unos a los otros para provocarnos a la caridad, y a las buenas obras;
25
no dejando nuestra congregación, como algunos tienen por costumbre, mas exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.
26
Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por el pecado,
27
sino una horrenda esperanza de juicio, y hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.
28
El que menospreciare la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere sin ninguna misericordia.
29
¿Cuánto pensáis que será más digno de mayor castigo, el que hollare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del testamento en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?
30
Sabemos quién es el que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.
31
Horrenda cosa es caer en las manos del Dios viviente.
32
Pero traed a la memoria los días pasados en los cuales después de haber recibido la luz, sufristeis gran combate de aflicciones.
33
De una parte ciertamente con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y de otra parte hechos compañeros de los que estaban en tal estado.