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Y NUNCA MAS ME ACORDARE DE SUS PECADOS E INIQUIDADES.
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Ahora bien, donde hay perdón de estas cosas, ya no hay ofrenda por el pecado.
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Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús,
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por un camino nuevo y vivo que El inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, su carne,
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y puesto que tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios,
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acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura.
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Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es el que prometió;
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y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras,
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no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca.
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Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados,
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sino cierta horrenda expectación de juicio, y la furia de UN FUEGO QUE HA DE CONSUMIR A LOS ADVERSARIOS.