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pero éste, habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio para siempre, está sentado a la diestra de Dios,
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esperando lo que resta, es a decir , hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;
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porque con una sola ofrenda hizo consumados para siempre a los santificados.
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Así, nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; que después dijo:
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Y éste es el testamento que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor, Daré mis leyes en sus corazones, y en sus almas las escribiré;
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y nunca más me acordaré de sus pecados e iniquidades.
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Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.
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Así que, hermanos, teniendo atrevimiento para entrar en el Santuario por la sangre de Jesús, el Cristo,
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por el camino que él nos consagró nuevo, y vivo, por el velo, es a saber, por su carne,
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y teniendo aquel Gran Sacerdote, sobre la casa de Dios,
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lleguémonos con corazón verdadero, y con fe llena, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua limpia
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retengamos firme la profesión de nuestra esperanza, que fiel es el que prometió.
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Y considerémonos los unos a los otros para provocarnos a la caridad, y a las buenas obras;
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no dejando nuestra congregación, como algunos tienen por costumbre, mas exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.
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Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por el pecado,
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sino una horrenda esperanza de juicio, y hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.
28
El que menospreciare la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere sin ninguna misericordia.
29
¿Cuánto pensáis que será más digno de mayor castigo, el que hollare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del testamento en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?
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Sabemos quién es el que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.
31
Horrenda cosa es caer en las manos del Dios viviente.
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Pero traed a la memoria los días pasados en los cuales después de haber recibido la luz, sufristeis gran combate de aflicciones.