25
José mandó que les llenaran sus vasijas de grano y que devolvieran el dinero a cada uno poniéndolo en su saco, y que les dieran provisiones para el camino. Y así se hizo con ellos.
26
Ellos, pues, cargaron el grano sobre sus asnos, y partieron de allí.
27
Y cuando uno de ellos abrió su saco para dar forraje a su asno en la posada, vio que su dinero estaba en la boca de su costal.
28
Entonces dijo a sus hermanos: Me ha sido devuelto mi dinero, y he aquí, está en mi costal. Y se les sobresaltó el corazón, y temblando se decían el uno al otro: ¿Qué es esto que Dios nos ha hecho?
29
Cuando llegaron a su padre Jacob en la tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había sucedido:
30
El hombre, el señor de aquella tierra, nos habló duramente y nos tomó por espías del país.
31
Pero nosotros le dijimos: "Somos hombres honrados, no somos espías.
32
"Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno ya no existe, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán."
33
Y el hombre, el señor de aquella tierra, nos dijo: "Por esto sabré que sois hombres honrados: dejad uno de vuestros hermanos conmigo y tomad grano para el hambre de vuestras casas, y marchaos;
34
pero traedme a vuestro hermano menor para que sepa yo que no sois espías, sino hombres honrados. Os devolveré a vuestro hermano, y podréis comerciar en la tierra."
35
Y sucedió que cuando estaban vaciando sus sacos, he aquí que el atado del dinero de cada uno estaba en su saco; y cuando ellos y su padre vieron los atados de su dinero, tuvieron temor.