6
Cuando José los vio a la mañana siguiente, notó que los dos parecían preocupados.
7
—¿Por qué se ven tan preocupados hoy? —les preguntó.
8
—Anoche los dos tuvimos sueños —contestaron ellos—, pero nadie puede decirnos lo que significan.
—La interpretación de los sueños es asunto de Dios —respondió José—. Vamos, cuéntenme lo que soñaron.
9
Entonces el jefe de los coperos fue el primero en contarle su sueño a José.
—En mi sueño —dijo él—, vi una vid delante de mí.
10
La vid tenía tres ramas, las cuales comenzaron a brotar y a florecer y, en poco tiempo, produjo racimos de uvas maduras.
11
Yo tenía la copa del faraón en mi mano, entonces tomé un racimo de uvas y exprimí el jugo en la copa. Después puse la copa en la mano del faraón.
12
—El sueño significa lo siguiente —dijo José—: las tres ramas representan tres días;
13
dentro de tres días, el faraón te levantará y te pondrá nuevamente en tu puesto como jefe de sus coperos.
14
Te pido que te acuerdes de mí y me hagas un favor cuando las cosas te vayan bien. Háblale de mí al faraón, para que me saque de este lugar.
15
Pues me trajeron secuestrado desde mi tierra, la tierra de los hebreos, y ahora estoy aquí en la cárcel, aunque no hice nada para merecerlo.
16
Cuando el jefe de los panaderos vio que José había dado una interpretación tan positiva del primer sueño, le dijo a José:
—Yo también tuve un sueño. En mi sueño, había tres canastas de pasteles blancos sobre mi cabeza.