20
Y Judá envió el cabrito de las cabras por mano de su amigo el adulamita, para que tomase la prenda de mano de la mujer; mas no la halló.
21
Y preguntó a los hombres de aquel lugar, diciendo: ¿Dónde está la ramera de las aguas junto al camino? Y ellos le dijeron: No ha estado aquí ramera.
22
Entonces él se volvió a Judá, y dijo: No la he hallado; y también los hombres del lugar dijeron: Aquí no ha estado ramera.
23
Y Judá dijo: Tómeselo para sí, para que no seamos menospreciados; he aquí yo he enviado este cabrito, y tú no la hallaste.
24
Y acaeció que al cabo de unos tres meses fue dado aviso a Judá, diciendo: Tamar tu nuera ha fornicado, y aun cierto está encinta de las fornicaciones. Y Judá dijo: Sacadla, y sea quemada.
25
Y ella cuando la sacaban, envió a decir a su suegro: Del varón cuyas son estas cosas, estoy encinta; y dijo más: Conoce ahora cuyas son estas cosas, el anillo, y el manto, y el bordón.
26
Entonces Judá lo conoció, y dijo: Más justa es que yo, por cuanto no le he dado a Sela mi hijo. Y nunca más la conoció.
27
Y aconteció que al tiempo de dar a luz, he aquí había dos en su vientre.
28
Y sucedió, cuando dio a luz, que sacó la mano el uno , y la partera tomó y ató a su mano un hilo de grana, diciendo: Este salió primero.
29
Y aconteció que tornando él a meter la mano, he aquí su hermano salió; y ella dijo: ¿Por qué has hecho sobre ti rotura? Y llamó su nombre Fares.
30
Y después salió su hermano, el que tenía en su mano el hilo de grana, y llamó su nombre Zara.