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Al tercer día le informaron a Labán que Jacob se había escapado.
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Entonces Labán reunió a sus parientes y lo persiguió durante siete días, hasta que lo alcanzó en los montes de Galaad.
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Pero esa misma noche Dios se le apareció en un sueño a Labán el arameo, y le dijo: «¡Cuidado con amenazar a Jacob!»
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Labán alcanzó a Jacob en los montes de Galaad, donde este había acampado. También Labán acampó allí, junto con sus parientes,
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y le reclamó a Jacob:—¿Qué has hecho? ¡Me has engañado, y te has llevado a mis hijas como si fueran prisioneras de guerra!
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¿Por qué has huido en secreto, con engaños y sin decirme nada? Yo te habría despedido con alegría, y con música de tambores y de arpa.
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Ni siquiera me dejaste besar a mis hijas y a mis nietos. ¡Te has comportado como un necio!
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Mi poder es más que suficiente para hacerles daño, pero anoche el Dios de tu padre me habló y me dijo: “¡Cuidado con amenazar a Jacob!”
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Ahora bien, entiendo que hayas querido irte porque añoras la casa de tu padre, pero, ¿por qué me robaste mis dioses?
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Jacob le respondió:—La verdad es que me entró mucho miedo, porque pensé que podrías quitarme a tus hijas por la fuerza.
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Pero si encuentras tus dioses en poder de alguno de los que están aquí, tal persona no quedará con vida. Pongo a nuestros parientes como testigos: busca lo que sea tuyo, y llévatelo.Pero Jacob no sabía que Raquel se había robado los ídolos de Labán,
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así que Labán entró en la carpa de Jacob, luego en la de Lea y en la de las dos criadas, pero no encontró lo que buscaba. Cuando salió de la carpa de Lea, entró en la de Raquel.
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Pero Raquel, luego de tomar los ídolos y esconderlos bajo la montura del camello, se sentó sobre ellos. Labán los buscó por toda la carpa, pero no los encontró.
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Entonces Raquel le dijo a su padre:—Por favor, no se enoje mi padre si no puedo levantarme ante usted, pero es que estoy en mi período de menstruación.Labán buscó los ídolos, pero no logró encontrarlos.
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Entonces Jacob se enojó con Labán, e indignado le reclamó:—¿Qué crimen o pecado he cometido, para que me acoses de esta manera?
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Ya has registrado todas mis cosas, ¿y acaso has encontrado algo que te pertenezca? Si algo has encontrado, ponlo aquí, frente a nuestros parientes, y que ellos determinen quién de los dos tiene la razón.
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Durante los veinte años que estuve contigo, nunca abortaron tus ovejas ni tus cabras, ni jamás me comí un carnero de tus rebaños.
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Nunca te traje un animal despedazado por las fieras, ya que yo mismo me hacía cargo de esa pérdida. Además, lo que se robaban de día o de noche, tú me lo reclamabas.
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De día me consumía el calor, y de noche me moría de frío, y ni dormir podía.
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De los veinte años que estuve en tu casa, catorce te serví por tus dos hijas, y seis por tu ganado, y muchas veces me cambiaste el salario.
42
Si no hubiera estado conmigo el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, el Dios a quien Isaac temía, seguramente me habrías despedido con las manos vacías. Pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y anoche me hizo justicia.
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Labán le replicó a Jacob:—Estas mujeres son mis hijas, y estos muchachos son mis nietos; mías también son las ovejas; todo lo que ves me pertenece. Pero, ¿qué podría hacerles ahora a mis hijas y a mis nietos?
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Hagamos un pacto tú y yo, y que ese pacto nos sirva como testimonio.
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Entonces Jacob tomó una piedra, la levantó como una estela,
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y les dijo a sus parientes:—¡Junten piedras!Ellos juntaron piedras, las amontonaron, y comieron allí, junto al montón de piedras.
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A ese lugar Labán le puso por nombre Yegar Saduta, mientras que Jacob lo llamó Galaad.
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—Este montón de piedras —declaró Labán— nos servirá de testimonio.Por eso se le llamó Galaad a ese lugar,
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y también se le llamó Mizpa, porque Labán juró:—Que el SEÑOR nos vigile cuando ya estemos lejos el uno del otro.
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Si tú maltratas a mis hijas, o tomas otras mujeres que no sean ellas, recuerda que Dios es nuestro testigo, aunque no haya ningún otro testigo entre nosotros.
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Mira este montón de piedras y la estela que he levantado entre nosotros —señaló Labán—.
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Ambos serán testigos de que ni tú ni yo cruzaremos esta línea con el propósito de hacernos daño.
53
¡Que el Dios de Abraham y el Dios de Najor sea nuestro juez!Entonces Jacob juró por el Dios a quien temía su padre Isaac.
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Luego ofreció un sacrificio en lo alto de un monte, e invitó a sus parientes a participar en la comida. Después de que todos comieron, pasaron la noche allí.
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A la madrugada del día siguiente Labán se levantó, besó y bendijo a sus nietos y a sus hijas, y regresó a su casa.