17
Y oyó Dios la voz del muchacho que lloraba; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está.
18
Levántate, alza al muchacho y sostenlo con tu mano; porque yo haré de él una gran nación.
19
Entonces Dios abrió los ojos de ella, y vio un pozo de agua; y fue y llenó el odre de agua y dio de beber al muchacho.
20
Y Dios estaba con el muchacho, que creció y habitó en el desierto y se hizo arquero.
21
Y habitó en el desierto de Parán, y su madre tomó para él una mujer de la tierra de Egipto.
22
Aconteció por aquel tiempo que Abimelec, con Ficol, jefe de su ejército, habló a Abraham, diciendo: Dios está contigo en todo lo que haces;
23
ahora pues, júrame aquí por Dios que no obrarás falsamente conmigo, ni con mi descendencia, ni con mi posteridad, sino que conforme a la bondad que te he mostrado, así me mostrarás a mí y a la tierra en la cual has residido.
24
Y Abraham dijo: Yo lo juro.
25
Pero Abraham se quejó a Abimelec a causa de un pozo de agua del cual los siervos de Abimelec se habían apoderado.
26
Y Abimelec dijo: No sé quién haya hecho esto, ni tú me lo habías hecho saber, ni yo lo había oído hasta hoy.
27
Y Abraham tomó ovejas y vacas y se los dio a Abimelec. Y los dos hicieron un pacto.