11
Y las aves de rapiña descendían sobre los animales sacrificados, pero Abram las ahuyentaba.
12
Y sucedió que a la puesta del sol un profundo sueño cayó sobre Abram, y he aquí que el terror de una gran oscuridad cayó sobre él.
13
Y Dios dijo a Abram: Ten por cierto que tus descendientes serán extranjeros en una tierra que no es suya, donde serán esclavizados y oprimidos cuatrocientos años.
14
Mas yo también juzgaré a la nación a la cual servirán, y después saldrán de allí con grandes riquezas.
15
Tú irás a tus padres en paz; y serás sepultado en buena vejez.
16
Y en la cuarta generación ellos regresarán acá, porque hasta entonces no habrá llegado a su colmo la iniquidad de los amorreos.
17
Y aconteció que cuando el sol ya se había puesto, hubo densas tinieblas, y he aquí, apareció un horno humeante y una antorcha de fuego que pasó por entre las mitades de los animales.
18
En aquel día el SEÑOR hizo un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia he dado esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates:
19
los ceneos, los cenezeos, los cadmoneos,
20
los heteos, los ferezeos, los refaítas,
21
los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos.