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DESPUÉS, pasados catorce años, fuí otra vez á Jerusalem juntamente con Bernabé, tomando también conmigo á Tito.
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Empero fuí por revelación, y comuniquéles el evangelio que predico entre los Gentiles; mas particularmente á los que parecían ser algo, por no correr en vano, ó haber corrido.
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Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, siendo Griego, fué compelido á circuncidarse.
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Y eso por causa de los falsos hermanos, que se entraban secretamente para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para ponernos en servidumbre;
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A los cuales ni aun por una hora cedimos sujetándonos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros.
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Empero de aquellos que parecían ser algo (cuáles hayan sido algún tiempo, no tengo que ver; Dios no acepta apariencia de hombre), á mí ciertamente los que parecían ser algo, nada me dieron.
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Antes por el contrario, como vieron que el evangelio de la incircuncisión me era encargado, como á Pedro el de la circuncisión,
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(Porque el que hizo por Pedro para el apostolado de la circuncisión, hizo también por mí para con los Gentiles;)
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Y como vieron la gracia que me era dada, Jacobo y Cefas y Juan, que parecían ser las columnas, nos dieron las diestras de compañía á mí y á Bernabé, para que nosotros fuésemos á los Gentiles, y ellos á la circuncisión.
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Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo mismo que fuí también solícito en hacer.