2
Y tú, hijo de hombre, así dijo el Señor DIOS a la tierra de Israel: El fin, el fin viene sobre los cuatro cantones de la tierra.
3
Ahora será el fin sobre ti, y enviaré sobre ti mi furor, y te juzgaré según tus caminos; y pondré sobre ti todas tus abominaciones.
4
Y mi ojo no te perdonará, ni tendré misericordia; antes pondré sobre ti tus caminos, y tus abominaciones estarán en medio de ti; y sabréis que yo soy el SEÑOR.
5
Así dijo el Señor DIOS: Un mal, he aquí que viene un mal.
6
Viene el fin, el fin viene; se ha despertado contra ti; he aquí que viene.
7
La mañana viene para ti, oh morador de la tierra; el tiempo viene, cercano está el día; día del alboroto, y no será eco de los montes.
8
Ahora presto derramaré mi ira sobre ti, y cumpliré en ti mi furor, y te juzgaré según tus caminos; y pondré sobre ti todas tus abominaciones.
9
Y mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia; según tus caminos pondré sobre ti, y tus abominaciones serán en medio de ti; y sabréis que yo soy el SEÑOR el que hiero.
10
He aquí el día, he aquí que viene; la mañana ha salido; la vara ha florecido, la soberbia ha reverdecido.
11
La violencia se ha levantado en vara de impiedad; ninguno quedará de ellos, ni de sus riquezas, ni de lo de ellos; ni aun habrá luto por ellos.
12
El tiempo es venido, se acercó el día; el que compra, no se alegre, y el que vende, no llore, porque la ira está sobre toda su multitud.
13
Porque el que vende no tornará a lo vendido, aunque queden vivos; porque la visión es dada sobre toda su multitud, y no será cancelada; y ninguno en su iniquidad de vida, se esforzará.
14
Tocarán trompeta, y aparejarán todas las cosas, y no habrá quien vaya a la batalla, porque mi ira está sobre toda su multitud.
15
De fuera cuchillo, de dentro pestilencia y hambre; el que estuviere en el campo morirá a cuchillo; y al que estuviere en la ciudad, lo consumirá hambre y pestilencia.
16
Y los que escaparen de ellos, estarán sobre los montes como palomas de los valles, gimiendo todos, cada uno por su iniquidad.
17
Todas las manos serán descoyuntadas, y declinarán como aguas todas las rodillas.
18
Se ceñirán también de cilicio, y les cubrirá temblor; y en todo rostro habrá vergüenza, y en todas sus cabezas peladura.
19
Arrojarán su plata por las plazas, y su oro lejos; su plata ni su oro, no los podrá librar en el día del furor del SEÑOR; no saciarán su alma, ni llenarán sus vientres, porque será caída por su maldad.
20
Por cuanto la gloria de su ornamento pusieron en soberbia, e hicieron en ella imágenes de sus abominaciones, de sus estatuas, por eso se la torné a ellos en alejamiento;
21
y en mano de extraños la entregué para ser saqueada, y en despojo a los impíos de la tierra, y la contaminarán.
22
Y apartaré de ellos mi rostro, y violarán mi lugar secreto; pues entrarán en él destruidores, y lo contaminarán.