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Desde la entrada hasta el recinto interior, y alrededor de todo el muro, por dentro y por fuera, en el interior y el exterior,
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se alternaban los grabados de querubines y palmeras. Cada querubín tenía dos rostros,
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uno de hombre y otro de león. Cada rostro miraba hacia la palmera que tenía a su costado. Alrededor de todo el templo podían verse los grabados de estos querubines.
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Desde el suelo hasta la parte superior de las puertas había grabados de querubines y palmeras sobre todas las paredes del templo.
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Los postes de la entrada al templo eran cuadrados, y frente al Lugar Santísimo había algo que parecía
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un altar de madera, el cual medía un metro y medio de alto por uno de largo y uno de ancho. Sus esquinas, la base y sus costados eran de madera. El hombre me dijo: «Esta es la mesa que está delante del SEÑOR».
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Tanto el templo como el Lugar Santísimo tenían puertas dobles.
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Cada puerta tenía dos hojas; dos hojas giratorias para cada puerta.
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Sobre la puerta del templo había grabados de querubines y palmeras, como los que había en las paredes. En la fachada del vestíbulo, por la parte exterior, había un alero de madera.
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Sobre ambos lados del vestíbulo había ventanas con rejas y con grabados de palmeras. Las salas laterales también tenían aleros.