7
Derribó fortalezas
y destruyó sus aldeas y ciudades.
Las granjas quedaron devastadas
y las cosechas destruidas.
La tierra y sus habitantes temblaban de miedo
cuando lo oían rugir.
8
Luego lo atacaron los ejércitos de las naciones,
lo rodearon por todas partes.
Arrojaron una red sobre él
y lo atraparon en una fosa.
9
Lo arrastraron con ganchos, lo encerraron en una jaula
y lo llevaron ante el rey de Babilonia.
Lo mantuvieron cautivo,
para que nunca más se oyera su voz
en los montes de Israel.
10
»”Tu madre era como una vid
plantada junto a la orilla del agua.
Su follaje era verde y frondoso
por la abundancia de agua.
11
Sus ramas se fortalecieron
lo suficiente para ser el cetro de un rey.
Llegó a crecer muy alta,
muy por encima de las demás vides.
Se destacó por su altura
y sus abundantes ramas frondosas.
12
Pero la vid fue arrancada de raíz con furia
y arrojada al suelo.
El viento del desierto le secó los frutos
y le desgajó las ramas fuertes;
así que se marchitó
y fue consumida por el fuego.
13
Ahora la vid está trasplantada en el desierto,
donde el suelo es duro y reseco.
14
De sus ramas surgió fuego
que devoró sus frutos.
Las ramas que le quedan no son
tan fuertes para ser el cetro de un rey”.
»Este es un canto fúnebre y se entonará en un funeral».