6
Salió pues Atach á Mardochêo, á la plaza de la ciudad que estaba delante de la puerta del rey.
7
Y Mardochêo le declaró todo lo que le había acontecido, y dióle noticia de la plata que Amán había dicho que pesaría para los tesoros del rey por razón de los Judíos, para destruirlos.
8
Dióle también la copia de la escritura del decreto que había sido dado en Susán para que fuesen destruídos, á fin de que la mostrara á Esther y se lo declarase, y le encargara que fuese al rey á suplicarle, y á pedir delante de él por su pueblo.
9
Y vino Atach, y contó á Esther las palabra de Mardochêo.
10
Entonces Esther dijo á Atach, y mandóle decir á Mardochêo:
11
Todos los siervos del rey, y el pueblo de las provincias del rey saben, que cualquier hombre ó mujer que entra al rey al patio de adentro sin ser llamado, por una sola ley ha de morir: salvo aquel á quien el rey extendiere el cetro de oro, el cual vivirá: y yo no he sido llamada para entrar al rey estos treinta días.
12
Y dijeron á Mardochêo las palabras de Esther.
13
Entonces dijo Mardochêo que respondiesen á Esther: No pienses en tu alma, que escaparás en la casa del rey más que todos los Judíos:
14
Porque si absolutamente callares en este tiempo, respiro y libertación tendrán los Judíos de otra parte; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora te han hecho llegar al reino?
15
Y Esther dijo que respondiesen á Mardochêo:
16
Ve, y junta á todos los Judíos que se hallan en Susán, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche ni día: yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y así entraré al rey, aunque no sea conforme á la ley; y si perezco, que perezca.